La imagen anterior no es producto de un truco de cámara ni de un efecto de Photoshop: es real.
Un oso, un tigre y un león conviven amistosamente en un refugio de animales en Georgia (USA).
La historia comienza con una gigantesca redada antidrogas, realizada ocho años atrás en las afueras de la ciudad de Atlanta.
Para sorpresa de la Policía, además de drogas, armas, dinero y valores, en la correspondiente requisa encontraron algo totalmente inesperado: estos tres cachorros, de apenas unos dos meses.
Derivados al refugio "Noah's Ark", los encargados notaron que los tres animalitos estaban más a gusto juntos que separados. Y probaron a mantenerlos así.
Pasaron ocho años y los tres compañeros siguen en la misma tesitura:
Naturalmente, ya no son tres cachorritos. El oso pesa alrededor de 500 kilos, mientras que sus amigos "menores" ya son corpulentos felinos de casi 200 kilos cada uno.
Esto no impide la armonía. De acuerdo a los empleados del refugio, los tres compinches pasan el día merodeando por su hábitat y jugando entre sí, hasta que llega la hora de comer (que tienen muy bien identificada) y entonces esperan que el cuidador de turno les traiga el alimento.
Según cuentan los encargados, el oso y el tigre se ponen en actividad temprano en la mañana, mientras que el león (por su propia naturaleza) duerme hasta bastante más tarde, sin ser molestado por los otros dos.
Para el mediodía, los tres ya están compartiendo su pequeño mundo, interactuando entre sí y con sus cuidadores, a los que aprecian mucho.
Es un misterio el destino que los capos de la droga pensaban dar a estos animales ni por qué los criaban juntos. Quizás consideraban que tener semejantes "mascotas" sería un símbolo de estatus o poder.
Lo cierto es que son un interesante recordatorio de la adaptabilidad de los animales, en un mundo donde los humanos pasamos el tiempo creando líneas divisorias entre nosotros.