viernes, 30 de marzo de 2012

ARRESTARON A BATMAN



Si estará de cabeza el mundo, que el famoso encapotado fue arrestado.

Días pasados, un filántropo desconocido tuvo una idea: acudir a visitar niños enfermos en un hospital de Washington D.C. Para darles una linda sorpresa, decidió acudir en traje de Batman.
El hombre se subió a su Lamborghini y se mandó para el hospital.

El problema surgió cuando una patrulla policial notó que el coche no tenía placas. Encima, el conductor iba enmascarado. Supusieron entonces que alguna actividad delictiva estaba en curso, por lo cual procedieron a detener el coche y exigir identificación al ocupante.



El hombre explicó a los policías que el coche era nuevo y les mostró las placas del mismo, que tenía en el asiento del acompañante. Pero la cosa se puso un poco más complicada cuando tuvo que mostrar identificación propia: no llevaba ningún documento encima.

El traje de Batman es de látex y resulta un poco (un mucho, en realidad) complicado ponérselo. Por eso el señor prefirió salir ya de su casa con el traje puesto debidamente. Y como no tiene bolsillos (bueno fuera), no hay lugar para llevar una billetera en él.

¿El resultado? Batman fue arrestado y su coche guinchado.



Y supongo que de nada le sirvió mencionar sus contactos en la Policía de Gotham City...

martes, 27 de marzo de 2012

ESNOBISMO A TODO TRAPO


Muchos años atrás, cuando el Pelado estudiaba economía, asistió a una discusión mayúscula (académica, pero mayúscula) entre dos profesores que discrepaban acerca de algo llamado la Ley de Say, que como tantas cosas en la ciencia económica, pendía de alfileres si se la trasladaba al mundo real.

Al parecer,  uno de los docentes interpretaba en forma muy directa el principio formulado allá por inicios del siglo XIX, resumiéndolo en algo como "toda oferta crea su demanda".
El tipo que defendía a rajatabla esa peculiar interpretación, afirmaba (palabras más o menos) que cualquier producto o servicio que se ofrezca en venta, encontraría compradores interesados.

A mí, que era un simple estudiante, me parecía que eso era un disparate evidente. Pero los años pasaron y me enseñaron que, quizás, la idea no era tan descabellada. Hoy les traigo un ejemplo que viene al caso y que más o menos comprueba, si no la Ley de Say, al menos que hay gente para todo.

Empecemos con una pregunta: ¿les gustaría pasar una noche en prisión?



Antes que me contesten que ningún ser normal considerará siquiera la idea, voy a decirles algo: mucha gente contestó que sí.

Los interesados tuvieron oportunidad de pasar una noche en el Hotel Alcatraz, instalación construida en Londres que recrea el ambiente de la prisión de igual nombre.



Al llegar al hotel, el huésped-prisionero debe entregar sus pertenencias, las que serán guardadas. A continuación, se le hace una ficha con sus datos y se le toman las consabidas fotos de frente y de perfil.
Acto seguido, se le entrega un uniforme de presidiario como los de entonces, se le lee el reglamento de la prisión y se lo deriva a su celda, réplica de las originales.



Una vez instalado "cómodamente" en su celda de 1,50 por 2,70 hay muy poco para hacer. Nada de libros o revistas o televisión o radio o música. Nada de nada.
Puede que le vengan ganas de hacer pipí, en cuyo caso le aliviará saber que el mugriento inodoro de la celda no está destinado a ser usado, sino que sólo forma parte de la decoración. Tendrá que llamar al guardia y éste le acompañará a un baño "normal".



Además del baño, hay otras diferencias entre este singular hotel y la prisión real de antaño. Por ejemplo, si el huésped muestra buena conducta (lo cual incluye tratar de "señor" a los actores contratados como guardias) puede usar un objeto personal durante media hora.

Otra diferencia radica en que se sirve una copa de vino con la cena, aunque lo demás es igual de "sustancioso": un alimento muy básico, servido en una bandeja de metal, incluyendo la clásica sopa de col (repollo).

A las 23:45 se apaga la luz y punto. A dormir hasta mañana, cuando suena una sirena y eso marca que la estadía ha finalizado.

Esta "maravillosa experiencia" es patrocinada por la producción de la serie "Alcatraz".
Temerosos de que la iniciativa no encontrase demasiados interesados, la réplica londinense de la prisión sólo contiene cuatro celdas y estaba prevista para estar abierta una semana.
Lo cierto es que las vacantes se llenaron en media hora y quedaron muchísimas solicitudes sin poder ser atendidas.

Puede que más adelante se repita el llamado, así que si tienen interés estén atentos.
Si están muy ansiosos, otra opción es darle un palo por la cabeza a algún policía que vean por ahí en el barrio. Seguramente obtendrán a cambio una "experiencia inolvidable".

sábado, 24 de marzo de 2012

LA CASA DE UN POETA


"Mi casa tiene alas y,a veces,
en la profundidad de la noche,canta"

Esas líneas pertenecen a Edward James, poeta inglés nacido en 1907. Y si bien están tomadas de uno de sus poemas, también se hallan hondamente afincadas en la realidad. Ya veremos por qué.
El buen Edward se interesó desde muy joven en el arte y, en particular, ofició de mecenas y patrocinador del movimiento surrealista, vinculándose con muchos de sus exponentes.



Sus biógrafos apuntan que "sirvió un breve tiempo en el cuerpo diplomático", pero no suelen explicitar las causas de esa brevedad.
Resulta ser que Edward estaba destacado en la misión diplomática inglesa en Roma. Y como a todo diplomático de su época, se le pidió que estuviera atento a cuaquier dato de índole militar que pudiera obtener.

Así lo hizo y un día recibió información de que los italianos planeaban botar tres destructores a la brevedad. Más rápido que un rayo, Edward envió un cable cifrado a Londres para informar, pero cometió un error en el código. De resultas de ello, el mensaje que llegó a Inglaterra decía que "los italianos planeaban botar trescientos destructores a la brevedad". 
No puedo imaginar el revuelo que deben haber causado esos datos en la Armada inglesa, pero cuando el error se aclaró, Edward fue dado de baja en su recién estrenado cargo diplomático. Cosas de la vida.

En todo caso, fue mejor así. De esa forma, pudo concentrar sus energías en lo que de veras le interesaba: su poesía y el patrocinar a varios pintores surrealistas.
En particular, Edward se hizo amigo de Dalí y de Magritte. Sería este último quien lo plasmaría dos veces en sendas obras. Pero no piensen que fue en retratos comunes, sino propiamente en telas de índole surrealista.

La primera de ellas se titula "Reproducción prohibida":



Y la segunda es "El Principio del Placer. Retrato de Edward James": 



Edward se casó en 1930 con "Tilly" Losch, una austríaca que bien podía haber sido su alma gemela, pues estaba interesada e involucrada en el mundo artístico tanto como él (la dama en cuestión era bailarina, coreógrafa, actriz y pintora).

Pero probablemente eran demasiado inquietos el uno para el otro, porque cuatro años después se estaban divorciando.



No fue lo que se dice una separación en buenos términos. Hubo demandas cruzadas y declaraciones  fuertes. En todo caso, muy fuertes para la época.
Edward fue quien solicitó el divorcio acusando a su esposa de serle infiel, presentando pruebas que la vinculaban con un príncipe ruso que manejaba la cadena de Hoteles Hilton (ya ven que los líos de esa cadena no empezaron con la insípida Paris).

La cuestión es que Tilly se puso furiosa por haber sido espiada. Y contraatacó con artillería pesada: acusó a Edward de ser homosexual.
Si el juez esperaba que Edward negase la acusación, se equivocó por completo. En vez de eso, el poeta se limitó a decir que su esposa era una burra, porque él no era homosexual sino bisexual y ella debería saberlo mejor que nadie.

Las cosas claras, como quien dice.

Sigamos adelante.
Allá por los años '40, cuando Europa entró en el clímax de la guerra, Edward buscó paz y viajó a América.  Primero anduvo por USA, frecuentando el ambiente artístico, lleno de exiliados europeos que huyeron del desastre.

Luego conoció México.



En Xilitla fue donde Edward se encontró con paisajes increíbles. Compró tierras y se dedicó a la plantación de orquídeas durante años. Hasta que un día llegaron inesperadas heladas que acabaron con su producción.

Lejos de amilanarse, el poeta buscó otro destino para el lugar. Y así fue como nació Las Pozas.




Se  trata de una creación absolutamente original, que muestra alrededor de treinta y seis estructuras donde se reflejan tanto los gustos surrealistas del poeta como sus vastas lecturas esotéricas. Y dijo:

"Construí este santuario para que fuera habitado por mis ideas y mis quimeras"

Pavada de intención, entonces. Lo cierto es que si usted quisiera etiquetar esta obra o conjunto de obras, no creo que le resultara posible. A veces parece un cuadro de Escher llevado a la realidad, a veces parece un vestigio de civilizaciones antiguas y olvidadas.

Veamos algunas fotos:








Más allá de las fabulosas creaciones, hay un entorno natural que las hace aún más bellas. La zona posee piscinas naturales (pozas) y una vegetación exhuberante.
Todo ello es un marco impresionante para los símbolos que aparecen por todas partes: manos, serpientes, ojos, torreones, escaleras que van hacia el cielo o que descienden hacia las pozas y mucho, mucho más:












Edward James seguiría agrandando y embelleciendo este extraño Jardín del Edén surrealista hasta su muerte, acontecida en 1984.

El proceso que se realizaba era siempre el mismo. Comenzaba en la mente de nuestro amigo Edward, que dibujaba detallados bosquejos de sus ideas. Estos bosquejos eran interpretados y llevados a la práctica por un tallador local (José Aguilar) que los convertía en moldes de madera. Acto seguido, el arquitecto Carmelo Muñoz Camacho era el encargado de trasladar a cemento lo que Aguilar había moldeado. Y naturalmente, allí había mucho trabajo de albañiles, técnicos y obreros de toda clase.

Quien oficiaba de administrador del conjunto era un amigo de Edward, un indio yaqui de nombre Plutarco Gastelum. Se conocieron por casualidad en una oficina postal a fines de los '40 y, al principio, Plutarco ofició como guía e intérprete del inglés. Luego congeniaron, se hicieron amigos y en él fue que Edward depositó toda su confianza.

Plutarco se afincó en el lugar, se casó con una joven local y formó una numerosa familia. Y se convirtió en el encargado oficial de todo lo referido a "Las Pozas" mientras Edward vivió.
Seguramente le conoció muy bien, pero es probable que ni siquiera él pudiera desentrañar el significado último del conjunto arquitectónico de tan extraña factura.

Al fin y al cabo, ¿quién puede decir lo que hay en el alma de un ser humano?


miércoles, 21 de marzo de 2012

EL PRECIO DEL ARTE



Primero que nada, debo decir que no soy fan de Picasso. Y no es que pretenda desmerecer la calidad de sus obras, pero cuando algo "no te llega", pues no hay nada que hacer.

La excepción (pues todo tiene una excepción) es el famoso "Guernica". Tuve ocasión de contemplarlo como se debe ver una pintura: con tiempo, con paciencia y con la invaluable ayuda de una guía auditiva, de esas que los buenos museos alquilan a los visitantes y que permiten entender mucho más lo que se está apreciando.

La noticia que llega ahora es que saldrá a la venta una obra temprana del artista. "Niña con paloma" data de 1901, cuando Picasso tenía apenas diecinueve años.



Sus propietarios pretenden alrededor de 60 millones de euros y la firma Christie's será la encargada de intentar obtener esa  cifra.
Hoy en día el cuadro está en Inglaterra, pero todo hace presumir que se irá del país, porque no parece haber ninguna galería, museo o institución británica que pueda disponer de ese monto en los tiempos que corren.

Si ustedes disponen de alguna platita y tienen un espacio libre en la pared, anímense.

martes, 13 de marzo de 2012

HÉROE AL RESCATE



En la imagen anterior vemos a Maurice Holder y a su perro Monty.
El señor Holder vive en Bodmin (Cornwall, Reino Unido) y llevaba una tranquila vida de jubilado hasta el día en que tuvo un inesperado percance: pisó mal mientras recorría un sendero rural y el traspié terminó en una imparable caída por terreno escarpado, barrancos y finalmente un río.



Para cuando Maurice detuvo su caída, estaba en pésima situación: inconsciente, con seis costillas rotas y a punto de ahogarse en el río.
Pero tuvo la suerte de que Monty estuviera allí. El perro bajó el terreno corriendo desesperado tras su dueño. Lamiéndole la cara y ladrando, logró que el malherido hombre despertara por un momento.
Luego tiró de él lo necesario para arrimarlo a la orilla y ayudó a que Maurice pudiera salir a la orilla.

Sin embargo, con eso no alcanzaba, porque Maurice se desmayó de inmediato tras salir del río. Sangraba por un golpe en la cabeza y tenía hemorragias internas.
Nuevamente, Monty se puso en acción.



El perro regresó corriendo al pueblo y se dirigió a un sitio donde siempre había gente a esa hora: el pub.
Una vez allí, comenzó a ladrar para atraer la atención de los parroquianos. Y continuó hasta que la gente entendió que deseaba que lo siguieran. Monty recorrió entonces el camino de vuelta al río, acompañado de varias personas, que socorrieron a Maurice a  tiempo.


Hoy en día el señor Holder se ha recuperado de sus varias heridas. En el hospital, los médicos le confirmaron que no hubiera sobrevivido sin la rápida acción de su perro.

¿Y Monty? Pues muy tranquilo, tras dar estas pruebas de lealtad y de rapidez a sus once años (que lo equiparan más o menos en edad con su dueño).

domingo, 11 de marzo de 2012

LIBRERÍAS POR EL MUNDO: SHAKESPEARE & Co.


Vamos a retomar un clásico del blog con este post.  Esta vez, la librería elegida es "Shakespeare and Company".

Se trata de una librería ubicada en París. O más bien, de dos librerías independientes que han tenido el mismo nombre.
La primera de ellas, la original, fue abierta por la señora Sylvia Beach en 1919 en la rue Dupuytren y se mudó en 1922 a la rue de l'Odeon. Durante los años '20 fue epicentro cultural y punto de reunión para escritores y artistas como Hemingway, Erza Pound, Valery, Nabokov, Scott Fitzgerald, Man Ray y tantos otros.



Además de librería, Shakespeare & Co. era también editorial. Publicó ediciones de varias obras controversiales y de avanzada, como lo fueron en su época "El amante de Lady Chatterley" de D.H. Lawrence o el "Ulises" de Joyce.

Sylvia Beach mantuvo su librería abierta hasta 1941. En plena ocupación alemana, París había perdido su brillo cultural por completo. Y la librera se negó a venderle un ejemplar de "Finnegan's Wake" de Joyce a un oficial alemán. Tras de lo cual, comprendiendo que los tiempos habían cambiado, decidió cerrar el negocio.



Allá por 1951, alguien quiso tomar la bandera y abrió una librería con el mismo estilo y la misma onda de Shakespeare & Co., pero con otro nombre. Así fue como George Whitman abrió "Le Mistral" en la rue de la Bucherie.
Whitman era estadounidense, al igual que Sylvia Beach. Y supo captar inmediatamente el espíritu que encarnaba la vieja librería anglosajona.

Muy pronto, la historia se repitió y la librería volvió a ser foco de escritores y artistas avant-garde.
Esta vez fueron Anais Nin, Miller, Burroughs, Kerouac, Beauvoir, Sartre y muchos más.



La reencarnación de Shakespeare & Co. se vería completa en 1964. Cuando Whitman se enteró del fallecimiento de Sylvia Beach, quiso homenajearla de la mejor manera que se le ocurrió: cambiando el nombre de su librería y poniéndole, claro que sí, Shakespeare and Company.

Whitman siempre describió a Shakespeare & Co. como "una utopía disfrazada de librería". Se organizaban multiplicidad de eventos en el local, desde tés literarios hasta lecturas de poesía, lanzamientos con presencia de los autores, reuniones de escritores y mil cosas más.






Al hacerse mayor George Whitman, fue su hija quien tomó la posta de la librería.
¿Adivinen cómo se llama la hija de Whitman? Pues Sylvia Beach Whitman.

Otro homenaje dentro del homenaje. O locura pura, vaya uno a saber. O tal vez simplemente se cerró un círculo que comenzó allá en 1919, con una señora estadounidense abriendo una librería y finaliza con una señora del mismo nombre regenteando la misma librería en el siglo XXI, aunque no sean parientes entre sí.

George Whitman falleció en diciembre del año pasado. Shakespeare & Co. continúa llevando adelante su sueño (la página web de la librería está por aquí).

jueves, 8 de marzo de 2012

EL HABITANTE MÁS FAMOSO DE DINGLE



Allá por el año 1984, nadie sabía dónde quedaba Dingle (Irlanda). Pero ese año, un visitante decidió afincarse en esa localidad costera y terminó revolucionando el lugar por completo, poniéndolo en el mapa como quien dice. Y generando ingresos por turismo para sus habitantes, por espacio de casi treinta años.

Hoy en día, es el habitante más famoso del lugar y es tan apreciado que hasta tiene una estatua en su honor. ¿De quién se trata? Pues de Fungie, un delfín.



El delfín, un macho "nariz de botella", apareció de improviso un buen día de otoño. Acompañaba a las barcas de pescadores. Esto siempre se considera de buen augurio, pero los pescadores trataron de echar al animal, temerosos de que se lastimase con las redes.

Sin embargo, Fungie (como lo bautizaron) no era ningún tonto: sabía eludir las redes y acompañaba a los barcos a la vuelta también, aventurándose dentro del puerto.
Pensaron que se marcharía, pero lo cierto es que el delfín se afincó en el lugar.



Se desconocen los motivos por los cuales el animal eligió Dingle en particular. Hay quien apunta que fue por amor, dado que tiempo antes de que Fungie llegara, se encontró un cadáver de otro delfín (hembra) en las playas cercanas. ¿Sería la compañera de Fungie?

El asunto es que lleva casi treinta años en Dingle. Está plenamente acostumbrado a los seres humanos: acompaña a los botes, suele nadar con la gente y se integra con los buceadores.
Con estos últimos parece tener predilección. En más de una ocasión les ha traído peces aún vivos y les ha alcanzado objetos que se les caen al fondo.

Curiosamente, nunca ha aceptado ser alimentado por humanos. No busca los peces que se le arrojen desde botes o que se le ofrezcan con la mano.

Hoy en día, es atracción de turistas y está representado en una estatua de la localidad:


El comportamiento de Fungie siempre ha sido inusual. En cierta ocasión, la televisión de Dublín se acercó a Dingle con cierto escepticismo de lo que estaba sucediendo.
El presentador del programa se zambulló, munido de equipo de buceo. Y quedó atónito cuando el delfín apareció, lo miró fijamente un largo rato y, acto seguido, se acercó y apoyó la cabeza en su regazo como haría un perro.

Por supuesto, no es una conducta normal en un animal que no ha sido criado por humanos. Pero dado que Fungie no acepta comer de lo que le dan las personas, es obvio que es un animal salvaje.
Que se comporta en forma más humana que los humanos, eso sí.