Si después de romper la chanchita, revisar los bolsillos de la ropa guardada hace tiempo y meter mano en los recovecos del sofá, resulta que no han podido juntar más que unas pocas monedas, no se preocupen: igual pueden seguir el consejo casi al pie de la letra.
¿Cómo? Pues tomándose alguna cervecita.
Me explico: Lo que vieron en la imagen anterior es la "botella mundial" ("world bottle" o simplemente WOBO) ideada por Alfred Heineken, fabricante de la cerveza que lleva su apellido por marca.
Dicen que el buen Alfred pasó unas vacaciones en el Caribe (se maltrataba el hombre) y en el transcurso de las mismas pudo observar algunas playas y lugares turísticos arruinados por el exceso de botellas en desecho.
Pensó entonces en dar alguna utilidad a las botellas vacías: usarlas como ladrillos, literalmente.
Encomendó pues en 1963 a un arquitecto holandés (John Habraken) el estudio de un diseño adecuado. Y así nació la WOBO, que Heineken pensaba adoptar como botella estándar para su cerveza en el mundo entero.
Con el tiempo, otras cabezas no tan adelantadas como la del Sr. Heineken serían las que tomarían las decisiones en la fábrica. Y la WOBO fue abandonada para no ser retomada jamás.
Como mudo testimonio, se puede ver la construcción que sigue en el Museo Heineken:

Las columnas que se ven en la imagen están hechas con tambores de aceite, las paredes fueron levantadas usando las botellas como ladrillos y el techo se construyó usando techos de PickUp Volkswagen.
Y todo fue hecho mucho, pero mucho antes que siquiera se hablase del "reciclado" como concepto.
(Este post va dedicado a Pablito el Vejete por las ideas de avanzada y a Doritila por la cerveza, por supuesto)