domingo, 13 de septiembre de 2009

FERIA DEL LIBRO


Se cerró la trigésima segunda edición de la Feria Internacional del Libro en Montevideo.

Pequeña, muy pequeña, tanto es así que los expositores no llegaban a cincuenta. Y esto, aún contando a aquellos que hacían presencia sin estar realmente en el tema (como el Inau, el Ministerio del Interior, la O.N.U. o la Embajada de Irán).

Plenamente justificado entonces el sitial elegido, dado que entre la carpa exterior y el atrio del edificio de la Intendencia se cubría perfectamente la necesidad de espacio.

Lo mejor: las actividades destinadas a impulsar la literatura destinada a niños y preadolescentes. Parece haber en Uruguay un mercado emergente en esa rama, además de autores interesantes.
Incluso algunos personajes ya son algo así como "clásicos del género" y van corriendo aventuras a lo largo de una serie de libros.

Por tanto, parece lícito concluir que hay un público lector con peso propio, el cual abarcaría una franja de edades cuyo techo llega hasta los 13 o 14 años.

Todo un tema es el saber qué pasa después, cuando el puente hacia obras importantes y complejas es tan frágil que son muy pocos los que lo atraviesan. Al punto que un 80 % de los jóvenes de 18 años declara no haber leído en su vida, fuera de lo que el liceo le demande, otra cosa que no sean cuentos infantiles.

Lo más bizarro (para mí): la insistencia con los temas políticos y el enorme mercado que este género parece tener en Uruguay. Biografías sobre biografías, entrevistas sobre entrevistas, ensayos sobre ensayos, las obras parecen acumularse interminablemente.

A esta altura, creo que este subgénero merece estudiarse seriamente como si estuviéramos ante una Mitología Uruguaya.

Lo más característico: la diferencia de criterios con que se movieron los expositores, cosa que, últimamente, se repite.

Para algunos, la Feria es un evento más donde exponer un producto. Exhiben sus libros, los venden al mismo precio que tienen en la librería y punto.
Otros, más sintonizados con sus clientes, aparte de traer las novedades y lo más vendido del momento, ponen mesas de ofertas con títulos muy variados (a precios muy convenientes).

Lo peor: dos o tres expositores que se manejaron con total "viveza criolla".

En un caso, poniendo a la venta algunos libros llamativos a un precio tentador. Pero cuando usted se acercaba al exhibidor y lo tomaba para hojearlo, caía en la cuenta de que el ejemplar estaba descolado, manchado o con la cubierta rasgada (y por supuesto, al preguntar le decían que era "el único ejemplar" que tenían).

En otro caso, un puesto mezclaba libros nuevos y usados sin distinción alguna entre sí, ni siquiera de precio (todos costaban un ojo de la cara). Baste decir que un ejemplar profusamente manchado y totalmente ajado de "La rama dorada" de Frazer, en su edición económica de tapa blanda, trepaba a los 1.200 pesos contantes y sonantes.

De todas formas, creo que visitar la Feria valía la pena. Gracias a los expositores que aún tienen en cuenta a los lectores, era posible salir contento de allí.
Díganmelo a mí, que encontré tres libros que me interesaron a precios de risa.

Aquí tengo "Entre la nada y la eternidad" de Roberto Pettinato (si no estoy muy errado, el título lo "tomó prestado" de un disco de John McLaughlin):



También me compré una antología de cuentos del genial Lovecraft, que abarca el período 1897-1920:


Y no podía faltar un libro sobre la temática OVNI:



Bueno, ¿y cuánto me costaron estas joyas? Sólo 100 pesos cada una, así que por apenas 300 pesos (menos de 10 euros) conseguí tres libros interesantes (al menos para mí).
No me puedo quejar.

Igual, no me cierra que estemos hablando de una Feria Internacional que resultó ser, en cuanto a tamaño, más o menos como la oferta de libros de la calle Paysandú cada domingo (en plena feria de Tristán Narvaja).

6 comentarios:

Mariolo dijo...

Entré, di una vuelta y me fui.

No tan avreviado como lo escribo aqui, pero casi. No me gustó esta Feria del Libro. Me pareció más una "Feria", propiamente dicha, que un encuentro cultural. Si, es cierto que el negocio, el comercio debe estar presente, de eso se viva, perooo ....
La impresión que me dió fue que, si en lugar de libros, estuvieran vendiendo tomates y morrones, para los expositores era igual. Sin dudas habría excepciones, pero ..

En fin. Libros siempre hay, por suerte y es cierto que hay cada día más avidez en los más jóvenes.

Ah, y de acuerdo con tu punto bizarro. Nunca compré y no creo haga, un libro de política.

pelado1961 dijo...

Clarísimo: de "encuentro cultural", nada.
Ni siquiera abordé el post por ese lado, porque no daba.
Y lo que mencionás sobre "tomates y morrones" es totalmente cierto.

Por los motivos que sea, resulta muy difícil hoy en día entrar a una librería y ser atendido por alguien que esté en el tema.
(En cambio, en Tristán Narvaja, hay libreros que la tienen clarísima!!!)

Un abrazo.
PD: seré un ingenuo, pero sigo sorprendido de que la gente quiera comprar esos libros tipo "biografía" o "entrevista" política, que no son más que apologías o cosas hechas por encargo.

Adolfo Calatayu dijo...

Creo que siempre hay que apoyar este tipo de eventos aunque indudablemente existan intereses comerciales.
Uhhh el de Lovecraft se lo ve buenísimo (como me "voló la cabeza" cuando leí por primera vez los Mitos...),con respecto al libro del Peti (maestro),lo tengo,y sí,se lo choreó a la Mahavishnu...que música Peladito !!!
un abrazo gigante !!!

pelado1961 dijo...

El amigo Lovecraft fue, verdaderamente, un genio total.
Y como suele suceder, muy poco apreciado en sus tiempos.

Empecé a leer el libro del Peti y me está gustando, me hace reir bastante.

Va un abrazo!!!

Ferchu dijo...

Ah Pelado, me quede con las ganas de ir a la feria, pero por lo que contas creo que no me perdi mucho.
Me quedo con eso que comentas. El precio de los libros era el mismo que en las librerias...punto en contra para la feria. Muchos comerciantes criollos tienen esa de quedarse en la cortita, si con una rebaja del 10% igual ganan...

pelado1961 dijo...

Y sí, no te perdiste mucho.
Creo que tienen que potenciarla de alguna forma, porque caso contrario, en un par de años ya ni la hacen.

Hoy anduve por Tristán Narvaja y confirmé que hay más libros en esa feria que en la del libro.