miércoles, 9 de noviembre de 2011
APATÍA, DESIDIA, INSENSIBILIDAD
Fue noticia el mes pasado: una chica uruguaya que estaba en Shanghai (China) salvó a una persona de morir ahogada, mientras la gente se limitaba a mirar o (peor aún) sacaba fotos y filmaba con sus celulares, como si se tratase de un espectáculo gratuito.
Coincidentemente, pudo verse en Youtube un aberrante video que muestra un suceso acontecido también en China el mismo mes: una niña de dos años fue atropellada dos veces por sendos conductores que no se detuvieron y, posteriormente, quedó tirada en el lugar sin que nadie le prestase ayuda.
Casi veinte personas pasaron por el lugar sin tomar acción alguna, hasta que al final una señora acude y toma cartas en el asunto. Días después, la criatura fallecería.
Naturalmente, se han levantado voces airadas en todo el mundo, criticando la apatía moral de la sociedad china. Y no puedo menos que concordar con esas críticas, pero me veo en la obligación de señalar que no se trata de un fenómeno nuevo.
Por eso quise subir este post, para recordar la historia de Kitty Genovese.
Catherine Susan Genovese era una muchacha de 28 años que vivía en Nueva York. Una noche de marzo de 1964 llegó a su barrio, estacionó su coche y se dirigió a su edificio. Fue entonces cuando un hombre surgido de las sombras corrió tras ella y la apuñaló dos veces en la espalda.
Fue entonces cuando la chica herida comenzó a gritar pidiendo ayuda. Varios vecinos salieron a la ventana y uno de ellos alcanzó a gritar: "¡Deje en paz a esa muchacha!".
Con eso, tan sólo con eso, logró que el agresor dejara a su víctima tirada en el piso y se escondiera en un callejón cercano.
Pero si la pobre Kitty pensó que estaría a salvo, pronto vería lo equivocada que estaba.
No sólo nadie acudió en su auxilio, sino que cada quien volvió a su "mundito" y sus quehaceres.
Kitty continuaba gritando, solicitando auxilio, pero todo fue en vano. Treinta y ocho personas (el número se supo en la investigación posterior) hicieron oídos sordos.
La desidia de los vecinos dio coraje al atacante. Volvió a escena y alcanzó a Kitty, que se arrastraba por la acera pidiendo ayuda a gritos. La apuñaló nuevamente, la violó y posteriormente la remató a puñaladas.
¿Qué sucedía entretanto? Uno de los vecinos quiso llamar a la Policía, pero pareció dubitativo a la hora de involucrarse. Entonces, primero llamó por teléfono a un amigo policía que vivía en otra ciudad, para pedirle consejo. Finalmente, dio parte a las autoridades.
Había pasado media hora del ataque cuando uno de los vecinos del lugar bajó a la calle para auxiliar a Kitty. Increíblemente, la chica aún vivía. Pero moriría en la ambulancia de camino al hospital.
El caso fue considerado largamente por el periodismo de la época y por un ejército de expertos provenientes de diversas disciplinas. Con toda lógica, se convirtió en una denuncia pública de la violencia, la falta de compromiso y el quiebre de la moral social, pero luego otras noticias sustituyeron rápidamente a ésta (ya por entonces, la realidad que llegaba a las masas era moldeada por "las noticias del día").
Como ven, queda claro que el fenómeno de la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno no es nuevo. No puede ser atribuído a la forma en que se vive actualmente, aunque es seguro que la sociedad posmoderna ha ampliado el desastre.
Quiero finalizar este post recordando a un héroe olvidado: Gustavo Volpe.
Es muy difícil que alguien se acuerde de él en este país, que sólo venera políticos y futbolistas.
Gustavo Volpe era un brillante estudiante de medicina, que volvía en ómnibus a su casa una noche de diciembre de 1955, tras rendir un examen de la carrera.
En medio del trayecto, notó que un "punguista" tomaba la billetera de un pasajero y se daba a la fuga.
Sin pensarlo dos veces, Volpe se bajó tras el ladrón y se trabó en lucha en la calle. Pero para su desgracia, un cómplice del punguista le atacó y apuñaló por la espalda, causándole la muerte.
Era otro Montevideo, otro Uruguay y otra sociedad de la que estamos acostumbrados. El hecho generó tal indignación que dio origen a una multiplicidad de iniciativas. Una no menor fue la creación del Movimiento Nacional Gustavo Volpe, organización que buscaba ayudar a jóvenes con problemática diversa.
Desgraciadamente, los años pasaron y la cabeza de la gente cambió notoriamente. La violencia se hizo algo tan cotidiano y natural que, simplemente, convivimos con ella considerándola inevitable. De allí a la apatía, la desidia y la insensibilidad, hay poco trecho.
No sólo los chinos tienen problemas, que conste.
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3 comentarios:
Buen Post!...
Lamentablemente lo que decís es así... Y no sólamente China o Uruguay... Aquí también se ha transformado en moneda corriente.
Es por éso que cuando hace un acto solidario sale en todos los medios cómo si fuese una "noticia"... Cuando debiera ser cosa de todos los días.
Ojo, también me hago cargo de la parte que me toca. Si bien uno no ha llegado a extremos cómo los publicados, muchas situaciones diarias y que pueden necesitar de una mano nuestra las ignoramos...
Un abrazo.
Como dice el Radioaficionado, esto pasa hoy en todos lados, lamentablemente.
Y también eso de uno cae, a veces, en la de seguir.
No al extremo de lo que contás en el post. Si veo algo como lo relatado, creo que acudo enseguida.
No lo haría nunca, en el caso del muchacho que corrió al punguista, en ese caso ya robó, dejalo.
Amigos:
Hay muchos problemas entremezclados en estos temas.
Por ejemplo, el progresivo acostumbramiento del ser humano a la violencia, hasta que la ve como algo "normal".
Y lo otro es el terminar por pensar que "no es de mi incumbencia porque hay gente que está para ocuparse de eso".
De todas formas, creo que es un tema donde la sociedad falla notoriamente.
Va un abrazo!!!
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