He ahí (en orden) a Camila y Xuxa, dos mascotas que viven en la ciudad de Curitiba. De algún modo, representan a los millones de perros que, con desigual suerte, están repartidos por el mundo allí donde esté presente el ser humano.
Son muchos los misterios que encierran los perros. Nadie puede asegurar cómo comenzó su vinculación con el ser humano ni por qué se mantuvo firme a lo largo de los milenios.
Nadie entiende por qué Descartes, el filósofo francés que sostenía que los animales eran simples máquinas, tuvo un perro por mascota.
Nadie entiende por qué Hitler, hombre que por cierto estuvo lejos de ser un sentimental, se desvivía por Blondie (su ovejera alemana).
Y así ha sido a lo largo de la historia: siempre con nosotros, al firme, aunque a veces no seamos muy humanos con ellos (lo cual no es de sorprender, porque tampoco lo somos entre nosotros).
Por eso, este post va para ellos, las mascotas preferidas (y que me perdonen los gatos, loros, hamsters, etc., etc.)
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