Dos mil quinientos años atrás, el mundo no funcionaba de manera tan distinta que ahora.
Los atenienses constituían la potencia de turno y sólo los espartanos aspiraban a quitarles su hegemonía. Unos y otros realizaban todo tipo de estratagemas en su lucha cerrada: derrocaban gobiernos, compraban voluntades, cometían asesinatos políticos y se expandían por medio de invasiones a otros pueblos. Suena conocido, ¿no?
En una de esas expediciones de conquista, los atenienses se aventuraron muy lejos de casa.
Hacia el año 415 a.c. se lanzaron hacia Sicilia, a fin de atacar a los siracusanos. Después de dos años de vicisitudes más bien adversas, decidieron levantar la campaña y retornar a Atenas.
Pero cuando la expedición estaba a punto de zarpar, la luna llena sufrió un eclipse el 27 de agosto de 413 a.c.
Las tropas y los marinos lo interpretaron como un mal agüero y se negaron a embarcar, en lo cual se vieron apoyados por Nicias, uno de los comandantes principales. De acuerdo a sus magos, debían dejar pasar un período de tres veces nueve días (o sea, casi un mes lunar), antes de retirarse.
Y la Historia nos cuenta el resto: fueron derrotados en ese período por los siracusanos y casi ninguno logró volver a su patria.
Recordé esta anécdota en la madrugada pasada, cuando se dio un eclipse de luna que pudo apreciarse sin problemas desde Montevideo.
El siguiente diagrama nos muestra lo que cabía esperar ver: además del fenómeno lunar, se pudo apreciar a Saturno y a Regulus, estrella de la constelación de Leo a 72 años luz.
El gráfico siguiente indica las horas aproximadas del inicio, transcurso y final del eclipse:
Y lo más importante de todo: unas fotos secuenciales del fenómeno:
El eclipse no defraudó. Con unos buenos binoculares se podía ser testigo de un interesante fenómeno que no es habitual: el oscurecimiento paulatino de nuestro satélite y la toma de una coloración muy distinta de la que nos es familiar, para después ir recomponiéndose poco a poco:
Y después del eclipse, a seguir en la nuestra. No hagamos como los atenienses, que lo pagaron caro.
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