El Hinduísmo es la religión oficial de la India. Representa la forma moderna del brahmanismo y su nombre proviene del río Indo, en el norte de la India.
No se trata de un templo antiguo, contra lo que pudiera parecer. La piedra fundacional se colocó en el año 2000 y fue inaugurado en noviembre de 2005.
En sus columnas se pueden apreciar a los dioses que integran su trinidad divina: Brahma, Shiva y Vishnu, siendo venerados de forma especial los dos últimos, que a su vez cuentan con gran número de dioses en su séquito personal:
El templo y sus jardines están abiertos libremente a fieles y visitantes. Estos últimos sólo deben cumplir algunas reglas de decoro bastante razonables. Se pide el uso de vestimenta adecuada y lenguaje decoroso; se prohíbe el alcohol, el tabaco y las drogas en el lugar.
Los hinduístas buscan alcanzar la salvación y lo que diferencia principalmente a sus múltiples sectas es el método propuesto para alcanzar este objetivo.
Quienes veneran especialmente a Vishnu, prefieren el camino del amor divino: el amor a Dios por parte de los hombres, tendría su contrapartida en la gracia de Dios, por la cual se salvan.
En cambio, quienes veneran a Shiva especialmente, utilizan otras vías que consideran aceptables. Por ejemplo, algo que para los occidentales es particularmente extraño: las prácticas sexuales del tantrismo.
Otra vía utilizada por los shivaístas es la del conocimiento, para lo cual sería especialmente apropiada la práctica del yoga, cuyo objetivo real es la integración del ser humano con Dios.
Popularizado en Occidente bajo múltiples formas, el yoga ha interesado por igual a médicos y psicólogos, que lo ven como una práctica favorable para disipar el estrés y aliviar las tensiones.
El templo de Askhardham cuenta también con paseos y espectáculos que buscan hacer un pequeño racconto de la historia y vigencia del hinduísmo, un poco pensados para que el visitante turístico comprenda su significado.
El brahmanismo original jugó un papel interesante en el surgimiento del budismo: efectivamente, cuando el príncipe Siddharta abandonó a su familia y dejó atrás su vida en la corte de su padre, se convirtió en discípulo de de importantes brahmanes. Pero sus doctrinas no le resultaron convincentes y tras siete años de reflexión recibió la iluminación, meditando al pie de un árbol.
Podría pensarse por esto que hinduístas y budistas no se toleren entre sí, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que, se crea en lo que se crea (o aún si no se cree en nada), la visita al templo de Askhardham debe resultar fascinante.
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