Un buque de la Armada uruguaya regresa al país, proveniente de Venezuela. El único detalle es que llega cargado con 15.000 proyectiles embalados que, llegados a Montevideo, nadie reclama y no parecen tener propietario.
Primero quieren cargarle el muerto al Ejército uruguayo, pero éste deja bien sentado que nunca hizo semejante compra ni encargó tal embarque.
Después intentan que la Armada se haga cargo, a través de declaraciones de un jefazo naval, pero tampoco suena creible la supuesta explicación.
Los mal pensados de siempre la tienen muy clara: los proyectiles tendrían por destino algún país que no puede hacer compras de armas abiertamente. Por eso habrían sido cargados en un buque de guerra, para no llamar la atención. Una vez llegados a puerto uruguayo, rápidamente serían trasladados a otra nave civil, que sí los llevaría a su verdadero destino.
Pero algo salió mal, sea que el intermediario local no fue muy sigiloso o no dio con el precio correcto.
Un dato: quien quiera jugar a los detectives debería averiguar qué buques estaban a la espera de carga en Montevideo cuando arribó la nave de la Armada.
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