No muchos montevideanos saben que, allí donde hoy se encuentra el edificio sede de la Suprema Corte de Justicia, tenía su residencia capitalina Francisco Piria.
Piria adquirió el terreno en 1915, diseñó el proyecto y encargó la construcción y supervisión al arquitecto francés Camilo Gardelle, egresado de la Escuela de Bellas Artes de París.
Es un edificio de tres plantas, que está cargado de símbolos y es digno de ser visto (aprovechando algún Día del Patrimonio), pues no ha cambiado casi nada en lo esencial. Como lo expresa un documento del servicio de prensa de la Suprema Corte en 1997:
"El señor Piria era alquimista; por esa razón, la casa está plagada de símbolos misteriosos y esotéricos. Al margen de lo que se piense de la doctrina alquimista, lo que importa es que éste es uno de los pocos edificios montevideanos que tienen incorporada esa simbología a su decoración."
Hacia 1917, Piria ya estaba casado en segundas nupcias y vivían con él tres hijos de su primer matrimonio. Hay quienes afirman que la distribución de los ambientes diseñada por Piria, contempla la situación de cada uno de sus hijos y, más aún, el distanciamiento existente entre éstos y la esposa.
En la planta baja era donde se situaban los dormitorios de los hijos. El dormitorio situado en el ala sur tenía anexos, un boudoir y una sala con balcón sobre la calle que hoy se llama Gutiérrez Ruiz.
El segundo dormitorio, en el ala norte, también contaba con iguales comodidades. En cuanto al tercer dormitorio, era el más pequeño por no tener sala y por estar destinado al hijo soltero del dueño de casa.
La entrada al Palacio Piria ya muestra un inequívoco símbolo alquímico: los dos vasos que flanquean la puerta no son otros que los "vasos alquímicos", que representan el uno al cuerpo físico y el otro al cuerpo sutil.
Ya en el primer piso, se encuentra una enorme planta de recepción: era el lugar del Palacio destinado a tomar contacto con los visitantes que llegaban. Ha sido conservado casi intacto, salvo por las modificaciones necesarias para adaptar lo que fue un comedor y convertirlo en Sala de Juramentos.
En este piso existía un Gran Salón Imperio, hoy conservado en su espacio original de 20 metros de largo. Abarca desde la calle Gutiérrez Ruiz hasta la pared lindera con el padrón vecino. Se conserva la decoración original, que incluye águilas, esfinges, grifos, laureles, espejos y paneles de seda.
El despacho de Piria contaba con dos antesalas anexas, una hacia al norte y otra hacia el sur. Sus balcones se abren hacia Gutiérrez Ruiz.
En el ala sur, sobre la calle San José, se encontraba el salón comedor de la casa. Como dijimos ya, hoy es la Sala de Juramentos. Se conserva en parte su decoración original, aunque la mayoría desapareció en pro de adaptarlo a sus actuales funciones.
Sobre Gutiérrez Ruiz se hallaba una lujosa sala de billar y también un gabinete anexo (en la esquina de San José). Al comedor se podía acceder indistintamente desde ambos. Hoy en día existen modificaciones realizadas para destinar a despacho esta sala, aunque se conservó el fresco original (que data de 1917).
La última planta contenía las recámaras de Piria y su esposa, organizadas como suites independientes. La de Piria daba hacia el norte y contaba con su dormitorio, una sala anexa con balcón, una recámara y, por "moderno" que esto parezca, un gimnasio.
Entre ambas suites se diseñó un amplio salón, que sirvió de sala de lectura y esparcimiento. Completaban la casa seis cuartos de baño.
La figura geométrica dominante en la construcción es, extrañamente, el óvalo. Efectivamente, el hall de la planta baja tiene esta forma, que se repite en el subsuelo, en los espacios de distribución de los pisos superiores, así como en las placas de mármol verde que decoran los muros del primer piso y la última planta.
El omnipresente óvalo, armonizado con los sectores laterales rectos que dan hacia el norte y hacia el sur, estaría representando la cuadratura del círculo en forma estilizada: el triunfo sobre lo imposible.
En cuanto a las escalinatas del edificio, que son su modo de comunicación y, a la vez, el detalle arquitectónico más destacado, también encierran su secreto. Otros lo han expresado con meridiana claridad:
"Asciende desde la zona penumbrosa de la planta baja, se bifurca en forma de signo de Aries al llegar al primer piso, donde el espacio aparece más iluminado, y desemboca finalmente otra vez en figura de Aries en el último nivel, bajo la majestuosa iluminación del vitral ovalado que corona la casa."
También se ha asociado la distribución de las plantas a una alegoría totalmente intencional sobre la "Divina Comedia", en cuyo caso se entendería la escalera como un elemento de ascensión a los cielos, representados en el vitraux principal del artesano Marchetti (quien realizó todos los del edificio).
Fuera de lo ya mencionado, existían otras dependencias de servicio, garage para dos autos (irreconocible hoy, remodelado como oficina), cuartos de costura y planchado, así como otras habitaciones y una gran estancia ovalada en el subsuelo. En estas últimas dependencias es donde se dice que Francisco Piria efectuaba sus meditaciones y experimentos
Dejé exprofeso un pequeño (pero no menor) dato para el final. El observador atento notará, como ya expresamos, muchos símbolos en este edificio, aún más de los que se indicaron aquí. Entonces, no se le ha de escapar un elemento en especial: las rosas, presentes en la decoración y, especialmente, en la ventana del sótano así como en la verja exterior. Ya hemos visto este símbolo en carácter omnipresente, cada vez que se menciona a Piria y las construcciones que ha dejado (o al menos, aquellas que han subsistido). Pues bien, también están aquí.
Por más datos y fotos del Palacio Piria, véase el sitio del Poder Judicial,
así como también el post existente en el blog de Fonzi.
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