Utagawa Hiroshige nació en Edo (actual Tokio) en 1797. Ya desde niño mostró grandes aptitudes artísticas, pero la muerte prematura de sus padres hizo que debiera buscar caminos prácticos para ganarse la vida tempranamente.
Comenzó a trabajar en una brigada de prevención de incendios, al igual que lo hiciera su padre. Pero se las ingenió para ingresar además en la escuela Ukiyo-e (escuela de pinturas del mundo flotante), bajo la tutela del maestro Utagawa Toyohiro.
Hacia 1812 pasó a firmar sus obras como Utogawa Hiroshige. Esto significa que se graduó, pues la costumbre era tomar el nombre del maestro al graduarse. Sin embargo, no presentaría en público su trabajo hasta tres años después.
Hasta 1830 se mantuvo dentro de los cánones de sus maestros y del arte enteramente tradicional, representando principalmente figuras: muchachas, samurais y demás.
Entre 1830 y 1844 se define su primer período de paisajes. Para muchos, constituye lo mejor de su producción. Es notable la forma en que realiza el tratamiento de los temas naturales. El ser humano es, en esta etapa de apartamiento de la tradición, apenas un elemento accesorio del paisaje (y muchas veces no está presente).
Repasar su obra de esta época es viajar por los paisajes japoneses. Su obra más conocida en esta fase es "Cincuenta y tres escenas de Tokaido", donde se muestran diferentes vistas que se han vuelto referentes imprescindibles del arte japonés.
Su siguiente etapa se desenvuelve desde 1844 en adelante. Se caracteriza por la introducción progresiva del elemento humano en el paisaje, al tiempo que por la fama alcanzada por el artista (que, en parte, condiciona algunos temas y la cantidad de su producción).
Si bien la obra de Hiroshige no es tan innovadora como la de su contemporáneo Hokusai, se puede decir que ambos sobresalen plenamente en este período del arte popular de Japón.
Como buen artista, Hiroshige logró que las escenas cotidianas y los paisajes habituales tuvieran, de pronto, un elemento intimista y un vuelo lírico envidiables.
Asimismo, supo captar las diferentes variaciones de un mismo paisaje según el momento del día o las estaciones del año. Y su máxima virtud (a mi juicio, que no soy experto) estuvo en que la poética de su obra resultó de fácil comprensión. Digna de ser apreciada por todos.
Muchas de las ideas que plasmaba en sus grabados, las obtenía en viajes que realizaba, recorriendo diversos lugares. Por ejemplo, la serie de "53 vistas de Tokaido" se realizó en base a bocetos que fue tomando en oportunidad de un viaje entre Edo y Kyoto, a lo largo del camino de aquel nombre.
Otros viajes fructificaron en otras series de grabados: la carretera de Kiso, vistas de Edo, vistas del lago Biwa, lugares de Kyoto, etc. Además, realizó nuevas versiones de algunas series, redondeando una prolífica producción a lo largo de su vida.
Hacia 1856, tomó los hábitos como monje budista. En 1858 murió en su ciudad natal.
1 comentario:
De eso se trata, Fantomas: de ver y opinar según el gusto de cada uno.
En lo que a Arte refiere (como en muchas cosas de la vida) no hay opiniones "acertadas" y "equivocadas".
Concuerdo contigo respecto a la simplicidad de algunas de estas obras, creo que es un efecto buscado por el artista.
Un abrazo!!
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