No sólo por estos lares subdesarrollados cierran las librerías. También en USA sucede.
"Cody's Books" era una legendaria librería de Berkeley, California. Con más de medio siglo en el negocio, supo de buenos tiempos con varios locales (incluso en el centro de San Francisco).
Su propietario era un hombre de negocios japonés, Hiroshi Kagawa, quien remitió a los medios periodísticos una declaración a medio camino entre lo poético y lo empresarial:
"Este momento me destroza el corazón. Cody's fue mi tesoro y, más que eso, un amigo de la comunidad de Berkeley al que todos extrañaremos. Lamento que mi negocio no sea suficientemente fuerte y rico para sostenerse."
Mientras tanto, Pat Cody, uno de los fundadores, dijo que el cierre le causaba profunda tristeza, pensando en todo lo que habían luchado en su momento y lo que la librería supo representar para la comunidad.
En sus buenos tiempos, las librerías independientes como "Cody's" manejaban casi el cincuenta por ciento del negocio. Mientras tanto, se calcula que actualmente ese porcentaje ronda el tres por ciento. Los analistas indican que los consumidores norteamericanos se han acostumbrado a efectuar casi todas sus compras en las grandes superficies, los "shopping malls".
En consecuencia, los negocios pequeños y especializados de todo tipo han venido batiéndose en retirada, en beneficio de los colosos.
Es un fenómeno que los montevideanos conocemos sobradamente. Sea por seguridad, comodidad o, simplemente, por influencia de los tiempos, las grandes superficies han desplazado a los puntos de venta tradicionales.
Los paliativos y soluciones recomendadas por los expertos suelen ser (cuándo no) ineficaces. Y todo apunta a la pérdida acelerada de influencia comercial de la columna vertebral de nuestra ciudad: la Ciudad Vieja, el Centro y el Cordón.
En esas zonas, cada vez son más los locales vacíos o reciclados burdamente hacia destinos disparatados, desde depósitos a templos. El siguiente paso es la tugurización, como ya ha sucedido en otras ciudades. Y el proceso no se detendrá por más calles peatonales o ferias que habiliten los teóricos de siempre. Una pena.
Volviendo al tema inicial, tal parece que el fenómeno está extendido. Y en el caso de cierre de librerías, como ustedes saben, me da mucha pena. Llámenle "sentimentalismo pasado de moda".
4 comentarios:
Ay, qué feo... Y yo que amo a las librerías y las papelerías... snif.
No sabés lo que me cuesta desprenderme de un libro y tengo cada cosa!!
Beso pelado depredador! (qué grande ese avatar, jajaja)
Somos iguales en eso, Mistik.
¿Desprenderse de un libro?
¡Jamás!
En cuanto a los cierres de librerías, parece ser un fenómeno extendido a nivel mundial.
Un beso!!!
Qué penita que me dió esta entrada Peladito mira, yo amo las librerías, su olor, la visualización de cientos de libros escondiendo cada uno historias maravillosas esperando a ser leídas, el tacto de esos libros, oír su silencio, y casi degustar cada una de las palabras impresas a mí al menos, me hacen deleitar con todos mis sentidos...y ahora esto...
en verdad no crees que algo tiene que ver internet y eso de los libros electrónicos que de aquí a nada será lo que esté al día, etc???? no digo todo, pero un porcentaje muy grande casi que sí tiene que ver :(
Mary:
Ando investigando el tema por aquí y por allá, así que pronto va a salir algún post sobre las causas de este desastre.
Te paso un adelanto: parece que Internet está libre de culpa.
Besotes!!!
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