Leoncio y Tristón eran dos extraños vagabundos: un león y una hiena que iban por el mundo corriendo aventuras y desventuras.
Lo que hacía a este "dibujo animado" único es la actitud filosófica contrapuesta de sus protagonistas: mientras que el león es un eterno optimista, la hiena es un pesimista nato (rayano en lo depresivo).
Se complementaban a la perfección. Leoncio siempre esperaba que la fortuna les sonriera y tomaba cada suceso como una oportunidad. Tristón, en cambio, se preparaba para eventos funestos, suspirando y diciendo a cada rato: "Oh, cielos, ¡qué horror!"
Para quienes tengan unos añitos y recuerden con cariño a estos compinches, les dejo un episodio titulado "Monstruo o niño". Como no podía ser de otra manera, ya desde el principio los personajes se pintan en genio y figura. El diálogo inicia así:
" - ¿Cuándo vamos a comer, Leoncio?
- Deja ya de quejarte, Tristón. Comiste ayer..."
- Deja ya de quejarte, Tristón. Comiste ayer..."
Y verán lo que pasa.
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